Antes no teníamos la Conciencia de la separación, de la individualidad, del tiempo y del espacio.
Todas las conciencias estaban conectadas entre sí en una Gran Mente Universal.
Cada uno sabía que era un individuo, pero esa conciencia individual se ponía al servicio de la conexión, lo que les concedía la posibilidad de tener habilidades infinitas.
Entonces, un grupo de humanos decidió experimentar vivir para sí mismos. Lo primero que precisaron hacer fue separarse unos de otros. Esto lo lograron creando una organización materialista en la cual lo importante sería el predominio individual engalanado y autorizado mediante bienes materiales.
Por supuesto que esta actitud los desterró de la Espiritualidad y de la unión y trascendencia.
Estos individuos y sus culturas individualistas se mal dispusieron con los otros y surgieron los ejércitos y las guerras.
También se rebelaron contra la obediencia a la Ley Universal, y privilegiaron el caprichoso libre albedrío.
Si la energía espiritual es energía positiva, entonces la energía material representa la negatividad. La cultura materialista se hace a base de diferencias y separación.
Los pueblos que se desconectaron del Infinito perdieron la conciencia de quienes eran antes.
La cultura materialista hizo todo lo posible para que las personas no reconocieran que son Uno y no volvieran al Infinito.
Esta actitud es de 3° Nivel, gloria y amor por sí mismos. Para superar esta limitación es preciso evolucionar al 4° nivel: el amor, el respeto por los otros y la ayuda mutua.
Mientras más amor y aceptación exista entre los seres vivos sin importar las diferencias, entonces más se evoluciona espiritualmente.
Digámoslo así: en el pasado los otros seres vivos y los ‘extraterrestres’ eran nuestros amigos. La ruptura de la Conciencia Infinita nos dejó solos, desamparados, con inseguridades, desconfianzas y miedos.
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